El testimonio de la historia de la salvación: de Jerusalén a los confines de la tierra
18 de octubre fiesta de San Lucas, evangelista. Escribió su Evangelio entre la década del año 70-80 d.C, fuera de Palestina, probablemente en Grecia, por lo que es el único de los cuatro evangelistas que no era judío. Su autor probablemente fue el médico del que habla San Pablo y que lo acompañó en su viaje a Roma. San Lucas también escribió el libro de los Hechos de los Apóstoles. No fue testigo directo de los hechos que narra, pero sí conoció el camino evangelizador de San Pedro y San Pablo en Roma.
El Evangelio de San Lucas es uno de los llamados “Sinópticos”; sus destinatarios son cristianos provenientes del paganismo (griegos y romanos), por lo que su lenguaje era el griego; también, como San Lucas no era judío, no dedicó la misma atención que San Mateo y San Marcos a temas de la Ley judía.
Por su insistencia en la pobreza y el compromiso con los necesitados, se interpreta que San Lucas se dirigía a una comunidad con cierta prosperidad económica. Por su preocupación histórica, el evangelista organiza los relatos de acuerdo a su intención teológica, centrando los hechos en Jerusalén. Su Evangelio es como un camino hacia la Ciudad Santa; en cambio, la segunda parte de su obra, los Hechos de los Apóstoles, presentan el itinerario contrario: Jerusalén, Judea, Samaría y hasta los confines de la tierra. Con esto, San Lucas da una interpretación teológica a los acontecimientos de Jesús y de la Iglesia naciente, presentando la continuidad en la historia de la salvación. Aquí se presenta una de las características más importantes del Evangelio según San Lucas: la destinación universal de la salvación.
En este Evangelio, Jesús es un personaje que sana a quienes se encuentran con Él; es decir, que es un mesías que restaura las fuerzas, la dignidad y la esperanza del creyente. Por ejemplo, solo en San Lucas encontramos relatos como el de la sanación de la oreja del siervo, cortada durante el arresto del Señor (Le 22, 51); aparece también la oración por el perdón de los verdugos (Le 23, 34) y cómo los crucificados junto a Él tienen fe (Le 23, 39-43). En otras palabras, la presencia de Jesús transforma en vida lo que aparece como adverso a la salvación.
Como exigencia inmediata de esta idea central (universalidad de la salvación), San Lucas nos presenta los compromisos morales de quienes confían en Jesús y aceptan su mensaje; los principales son la pobreza y la renuncia. Al tiempo, cobran especial lugar las cuestiones sociales del creyente en el trato con los desfavorecidos y marginados de la sociedad: no se comprende que el creyente en Jesucristo, que se sabe salvado por Él, ignore la opresión y el sufrimiento de los marginados.
“Querido hermano: Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marchado a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacia;
Tito, a Dalmacia; solo Lucas está conmigo”.
2 Timoteo 4, 9-11
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