(*1835/+1906)
Obispo. Nació en 1835 en la isla San Fernando (España). En 1856 obtuvo la licenciatura en derecho por la Universidad de Sevilla. Promovía banquetes al servicio de los pobres en Huelva (España), donde también ejercía como abogado. Sirvió con generosidad a los humildes de estas tierras hasta cuando pasó a Sanlúcar de Barrameda, por destino de su padre, comandante de Marina. En 1858 ingresó en el seminario de Sevilla y fue ordenado sacerdote el 21 de mayo de 1864. Durante sus primeros años de sacerdocio trabajó como capellán de la Iglesia de la Merced en Sanlúcar de Barrameda. El Papa San Juan Pablo II dijo de este valiente hombre: “destaco, ante todo, su confianza en el Señor, que fue el íema de su episcopado: Todo lo puedo en Él. Apoyado en esta confianza, logró brillar en aquellas virtudes que constituyen la gloria y corona de un Obispo: la heroicidad en el cumplimiento sacrificado de sus deberes. La preocupación por la formación de los más humildes lo llevó a fundar la Congregación de ‘Esclavas del Divino Corazón’ para el apostolado de la educación de la juventud; todo ello alimentado por un amor encendido a Jesucristo y revestido de una profunda humildad personal”. El beato Marcelo fue nombrado obispo por el papa León XIII para la Diócesis de Coria, Cáceres, en el Consistorio de 1884, cargo que el beato ocupó entre 1885 y 1886; luego sirvió en la Diócesis de Málaga y el arzobispado de Sevilla. Fue nombrado cardenal por el Papa Pío X. Murió en 1906 en Sevilla y fue beatificado por San Juan Pablo II en 1987.
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