
(*347/+420)
Presbítero, Doctor de la Iglesia y traductor de la Biblia del griego al latín. Nació en Estridón, Dalmacia, hacia el año 347. Tras una juventud desordenada, se trasladó a Roma, en donde siguió estudios de letras en la escuela del famoso retórico Donato. Luego de recibir las órdenes sacerdotales, llegó a ser secretario del Papa Dámaso, hombre culto que hablaba con fluidez diversos idiomas. San Jerónimo emprendió la monumental obra de la traducción de la Biblia por encargo del Papa, “La Vulgata”, que llevó a feliz término. Siempre recordaremos el lema que nos dejó: “El estudio de la Escritura es la búsqueda de Dios". El Papa Benedicto XVI se hizo este interrogante: “¿Qué podemos aprender nosotros de San Jerónimo? Podemos aprender a amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura. Dice San Jerónimo: ‘Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo'. Por eso es importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la Palabra de Dios, que se nos entrega en la Sagrada Escritura. Este diálogo con ella debe tener siempre dos dimensiones: por una parte, debe ser un diálogo realmente personal, porque Dios habla con cada uno de nosotros a través de la sagrada Escritura y tiene un mensaje para cada uno. No debemos leer la sagrada Escritura como una palabra del pasado, sino como Palabra de Dios que se dirige también a nosotros, y tratar de entender lo que nos quiere decir el Señor. Pero, para no caer en el individualismo, debemos tener presente que la Palabra de Dios se nos da precisamente para construir comunión, para unirnos en la verdad a lo largo de nuestro camino hacia Dios”. San Jerónimo murió en Belén, Palestina, en el año 420.
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