miércoles, 3 de octubre de 2018

6. GRANDES COLABORADORES Doctor Ramón de Jesús Correa Jaramillo

6. GRANDES COLABORADORES 

Doctor Ramón de Jesús Correa Jaramillo 

Coprotagonista en la historia de nuestra Parroquia. Ya mencionamos su actividad cuando intervino en la consecución del sitio para la construcción del templo. Era don Ramón Correa, por esa época, empleado de las altas esferas en el Instituto de Crédito Territorial y, por esta misma época, había llegado como residente del núcleo uno de la célula cuatro de este sector. 

Además de ser conocedor del sector, su pretérito fue de importancia para el desarrollo de nuestra Parroquia; en efecto, fue estudiante del Seminario y por coincidencia condiscípulo de muchos sacerdotes de la Arquidiócesis y, entre ellos, algunos relacionados con nuestra Parroquia: Monseñor Duván Isaza, Pbro. Antonio Nieto, Pbro. José Pablo Escobar. Recordemos que fue el encargado de preparar el sitio para la primera Liturgia ya como Parroquia, cuando fue nombrado como primer administrador el citado Pbro. Isaza; fue precisamente a las puertas del núcleo en donde reside el doctor Ramón. 

Cuando el doctor Ramón dejó sus estudios en el Seminario, fue a Bogotá en donde validó su bachillerato en el Colegio Nicolás Esguerra. Ya en su época de “abuelo” cursó estudios de Jurisprudencia en la Universidad de Caldas y, en 1986, recibió su diploma como abogado. 

Ha sido el doctor Ramón un diligente celador del desarrollo de las actividades parroquiales. Cabe aquí una anécdota inolvida­ble: un político de pueblo ofreció $ 500.000 (quinientos mil pesos) para la construcción del templo, con la condición de que el párroco le firmara la cuenta por un millón de pesos, con el fin de pasarles medio millón a un grupo de damas grises de uno de los pueblos del oriente de nuestro Departamento. El doctor Ramón conoció de la trampa del politiquero, pues ni damas grises existían en esos lares. Así mismo, el señor Hernando Henao, periodista e investigador vinculado con el Poder Judicial intervino para evitar el fraude; el templo no contó con el auxilio y el politiquero seguramente debió optar por otro camino para ganarse el dinero que tenía en mente.

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