viernes, 4 de enero de 2019

SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR

(+40)

Diácono y Primer Mártir de la Iglesia. Hombre lleno de Espíritu Santo y sabiduría que recibió la corona del martirio por anunciar la Buena Noticia. Nació en Jerusalén en tiempos del Señor Jesús. El Papa Francisco, en el Angelus del 26 de diciembre de 2015, nos hace reflexionar al afirmar que “el recuerdo del primer mártir sigu inmediatamente a la Solemnidad de la Navidad. Ayer contemplábamos el amor misericordioso de Dios, que se ha hecho carne por nosotros; hoy vemos la respuesta coherente del discípulo de Jesús, que da su vida. Ayer nació en la tierra el Salvador; hoy nace para el cielo su testigo fiel. Ayer, como hoy, aparecen las tinieblas del rechazo de la vida, pero brilla más fuerte aún la luz del amor, que vence el odio e inaugura un mundo nuevo. Hay un aspecto particular en el relato de hoy de los Hechos de los Apóstoles, que acerca a San Esteban al Señor. Es su perdón antes de morir lapidado. Jesús, clavado en la cruz, había dicho: ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’ (Le 23, 34); de modo semejante, Esteban ‘poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: Señor, no les tengas en cuenta este pecado' (Hch 7, 60). Por tanto, Esteban es mártir, que significa testigo, porque obra como Jesús. En efecto, es un verdadero testigo el que se comporta como Él: quien ora, ama y da, pero, sobre todo, el que perdona, porque el perdón, como dice la misma Palabra, es la expresión más alta del don. Pero perdonar no es una cosa fácil, es siempre muy difícil. ¿Cómo podemos imitar a Jesús? ¿Por dónde comenzar para disculpar las pequeñas o grandes ofensas que sufrimos cada día? Ante todo por la oración, como hizo Esteban. Se comienza por el propio corazón: podemos afrontar con la oración el resentimiento que experimentamos, encomendando a quien nos ha hecho el mal a la misericordia de Dios: Señor, te pido por él, te pido por ella”. San Esteban murió martirizado en Jerusalén hacia el año 40. Sus reliquias se veneran en la Basílica de San Lorenzo.

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